Hace tres horas que Antonio está sentado en una mesa intentando juntar las palabras para enviarles un mensaje a sus padres, pero no logra estar satisfecho con nada de lo que escribe. Por esa razón, a su lado ya hay un montón de papeles hechos una bola.
"Mamá, papá, voy a quedarme más de lo que pensaba en Nueva York, estoy..." - deja de escribir, arruga la hoja, coge una nueva y vuelve a empezar.
"Queridos padres: aquí encontré la felicidad, no sé cuándo volveré..." - otra hoja que arruga y desecha. -
Antonio empieza a sentirse molesto y confundido, no sabe que contar, ni siquiera la forma de hacerlo. Ojalá no le pareciera tan complicado, ojalá su familia no estuviera tan lejos. Ojalá... suspira.
En algún lugar recóndito de su cabeza, piensa que tendrá que decirle a Marilena en algún momento que tiene que volver a Italia a ver a su familia. Ojalá estuviera dispuesta a ir con él.
Mientras, el tiempo corre...
Antonio se acordó de que debe hacer el boceto del perfume que le encargaron. Así que, viendo que en su mente no le salen las palabras para contarles a sus padres sobre su vida neoyorquina, decide abrir el blog de dibujo y empezar a dibujar aquel idilio que en un principio se le ocurrió para el cartel.
Primero, un cielo limpio, sin nubes, de un tono azul espectacularmente bonito. Después verde, mucho verde, una gran espesura en la que situar un árbol bajo cuya sombra se situaran una pareja de enamorados. El chico porta en su mano el perfume, que le ofrece a su joven enamorada, la chica se sorprende, ruborizada. A Antonio le gusta como le está quedando el trabajo, pero no deja de sentirse insatisfecho, pues para él nada de lo que hace está perfecto, siempre piensa que algún aspecto estará mejorable.
De repente, como si se le hubiera encendido una cálida bombilla de ideas en su cabeza, a Antonio por fin se le ocurren las afectuosas y cariñosas palabras para comunicar por fin su mensaje a sus padres.
"Querido papá, querida mamá:
Nueva York me ha cambiado mis esquemas de vida por completo, me está enseñando día a día a confiar más en mí, me está dando nuevas oportunidades.
Nueva York es para encontrar el amor, para mirar a los ojos con alegría y esperanza, para soñar con un mundo mejor.
A pesar de la distancia, recuerdo y extraño cada día vuestra mirada de cariño y protección. Los extraño, pero no puedo pasar por alto las oportunidades que la vida me pone por delante.
Nos vemos lo más pronto posible, siempre más pronto que tarde.
Con mucho cariño,
Antonio. "
Ese día, en tan solo un par de horas, Antonio comprendió el valor que las palabras poseen para dar alivio mental al ser humano. Después de escribirle a sus padres, se sintió como si se hubiera quitado un gran peso de encima. No soportaba mantener un secreto así ante personas tan importantes como ellos en su vida.
El día acabó, al fin, lleno de intensas emociones.
Antonio suspiró de alivio al encontrar, por fin, las palabras para escribir aquello que sentía.
Marilena se quedó pensando antes de dormir en la satisfacción que le producía que su mejor amiga le hubiera confiado su mayor secreto.
Elizabeth se sintió mucho más liviana, al menos en lo que a sus emociones se refiere, al compartir su inquietud y su gran miedo con una de sus mayores confidentes.
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