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XVI Los días pasan rápido

 Marilena

Los primeros rayos de sol empiezan a asomar por la ventana de la habitación de Marilena, que despierta con un rostro relajado y radiante. Tiene ganas de ir a trabajar a Strawberrys Cream, porque quiere saber cómo ha descansado su amiga Eli. 

Cuando llega a la pastelería, después de ducharse y arreglarse a toda prisa, corre a abrazar a Eli. 

¿Cómo estás? - le pregunta Lena a Eli. - 

Estoy bien, he dormido muy tranquila después de haberte contado aquello - respondió Eli, mientras le decía, miraba a los lados intentando ser discreta. - ¿Y tú? 

Estoy muy bien, me alegra mucho de que hayas tenido la confianza en mí para contármelo - dijo Lena, no muy alto, pues quería salvaguardar el secreto de ajenos. - 

Antonio

Antonio no veía la hora de poder ir a correos a enviar la carta que contenía aquel afectuoso mensaje que escribió por fin pensando en sus progenitores. Cuando abrió los ojos, recuperando de la jornada del día anterior, y bostezó todavía en la cama, no pudo evitar acordarse inmediatamente de sus padres, y de su amada Lena. 

Estaba contento, hoy volvía a ver a su enamorada.

No tardó en estar listo para salir de nuevo a enfrentar un nuevo día. Sus piernas se sabían el camino de memoria, caminaba casi inconsciente hacia Strawberrys Cream, el lugar donde había encontrado el amor. 

¡Buenos días! - le dijo, mirando a Lena dulcemente a los ojos cuando la vio. - 

Cuando el día empieza mirándote, siempre empieza bien - contestó Lena a modo de saludo. - 

¿Qué tal ayer, querida? - preguntó Antonio. - 

En ese momento, Lena y Eli comparten una mirada cómplice, y Lena contesta: 

De esos días que no se olvidan. 

A Antonio le da curiosidad saber el motivo por el que se miran así, el motivo por el que fue un día inolvidable, pero prefiere dejar que esas amigas especiales mantengan su secreto. 

Algún día de una u otra manera puede que lo descubra. 

Marilena

Hoy es otro día de trabajo para Lena. Estar enamorada hace que lo vea todo más bonito, como si volviera a ser niña, como si sintiera ilusión por todo lo que viera. 

Aunque esperaba ver a Antonio, no esperaba encontrarse con él tan temprano, y eso le gustó mucho. Antonio, como siempre tan amable y respetuoso, se mostró comprensivo al no querer saber al menos por ahora, lo que había descubierto hablando con Eli.

Marilena había atendido a algunos clientes antes de hablar con Antonio, pues quería hacerle impacientar un poco. 

No le preguntó lo que quería beber, ni lo que quería comer. Simplemente le sorprendió con un desayuno que le trajo sin preguntar a su mesita, una tarta de un sabor inigualable. 

¿Te gusta? - pregunta Lena. - 

Antonio miró su cara ilusionada con los ojos muy abiertos y expresión de sorpresa. 

Felicidades... - susurró para que sólo él escuchara - es que tal día como hoy hace dos meses que la vida me cambió por completo después de conocerte a ti. 

¿Dos meses? - preguntó Antonio con sorpresa. - ¡En qué momento han pasado ya dos meses en Nueva York! 

Antonio ignoraba qué tenía la ciudad de los rascacielos para que el tiempo se pasara tan rápido sin apenas haberse enterado. Estar ahí era como estar permanentemente en un parque de atracciones, rodeado de tantos estímulos que a veces el reloj es el objeto que menos miras. Entre sus proyectos, y Marilena, los días se hacían muy cortos, y pasaban muy rápido. 



¡Si! Aquel día 15 de abril de 1958, fue el maravilloso día en que te conocí, hoy hace dos meses - dijo Marilena. - 

Los meses más bonitos de mi vida - exclama Antonio. - 

¡Soy la mujer más feliz del mundo contigo! Te mereces tanto... - dijo Lena. - 

Gracias, gracias, gracias princesa - dijo Antonio, que no pudo estar más agradecido. - 

El día no pudo haber empezado mejor para Antonio y Marilena, pero ambos tenían sus quehaceres de cada día, así que Antonio disfrutó de su desayuno especial mientras consultaba su agenda con una larga lista al tiempo que disfrutaba de su Lena hasta se despidió de ella.

¿Cuando vuelvo a verte? - preguntó Antonio a Lena. - 


Esta tarde, a las seis, en aquel café al que fuimos en el que había música en vivo - dijo Lena. - 

Ya quiero que sean las seis - dijo Antonio. - 

Y yo también! - dijo Lena. - 

¡Que tengas una buena mañana, amor! - dijo Antonio. - 

¡Te deseo lo mejor en tu proyecto, cariño! - dijo Lena. -


Él y Michael, su socio, solían tener varias reuniones a la semana y hoy tenían que verse de nuevo. 

A las 11:00 de la mañana, en el enorme edificio de oficinas al que acudió no hace mucho tiempo, en aquella calle tan concurrida situada en el centro de la tradicional Nueva York. 

Al llegar se le ve tranquilo, todo controlado, el tiempo no se le echa encima. Coge el ascensor con tranquilidad y más confianza que las primeras veces al conocer ya el lugar y a quienes va a ver, aunque con algunos nervios porque... hoy va a enseñarles la primera de sus versiones.


Antonio y su socio están sentados en una mesa de trabajo, llena de lápices, papeles y bocetos. Están discutiendo sobre la primera versión del cartel publicitario que Antonio ha diseñado.


¡¡Guau!! ¡Sabía que lo lograría! - exclamó Michael. - Pero creo que va a tener que realizar una segunda versión, tengo una pequeña crítica, pero no pasa nada, es un buen intento. Tanto la idea como la imagen es maravillosa. Ya hablara con Juan, él le aclarará. 


Juan no tardó mucho en tocar a la puerta de la oficina para unirse a la reunión, y así estuvieron los tres sentados a la mesa. 


Juan, le estaba contando que solo hay un pequeño fallo que no termina de gustarme, no termino de encontrar el mensaje que realmente tiene que comunicar, me parece que no termina de transmitir las ideas que necesitábamos - señaló Michael. - Fíjate en que tienes que enfocarte en los beneficios de lo que vendes.


Tiene razón, pero es un buen intento para un artista que está empezando como diseñador publicitario - dijo Juan. - No se desanime, tiene usted un gran futuro con nosotros. Algunas veces, los proyectos no salen a la primera, y hay que corregir, pero vamos bien de tiempo. ¡No se relaje, que sí no, si que nos van a faltar días para terminar! 


Antonio piensa entonces que debe darle una vuelta a todas las imágenes, a los colores y a la tipografía que ha utilizado para así poder acertar con la idea que le están pidiendo.


¡No, no voy a defraudarles! No se imaginan como valoro esta oportunidad! - dijo Antonio. -


Marilena


La joven pastelera corre de un lado para otro de la cafetería sin descanso, es tan perfeccionista que quiere que todo esté siempre perfecto, y que la menor cantidad de trabajo posible se quede con retraso de un día para otro.


Marilena entre una cosa y otra habla con Elizabeth de sus proyectos musicales, pues sueña que algún día se hagan realidad.


¡Estoy nerviosa Eli! Me falta muy poco para hacer mi audición de final de proyecto de carrera de violín! Me ha costado mucho llegar hasta aquí, me da miedo no hacerlo bien... - dice Lena. -


¡No te preocupes! Confía en ti, yo siempre lo he hecho, todo va a salir bien... - dijo Eli. -


No puedes imaginarte la sensación tan bonita que tengo cuando toco, es como ver y sentir algo que nadie ve y nadie siente, solo puedes sentirlo tú - dice Lena cerrando los ojos, como queriendo imaginarse sus palabras y vivirlas para sí misma. - ¡¡Si Dios existe, solo puede ser música!! - exclamó. -

¿Y como te va a ti con... ella? - pregunto Lena a su amiga. -


Estamos muy ilusionados con lo nuestro, pero a la vista de los demás sólo nos vemos como... amigas - le contesta Eli, casi susurrando. -


Vaya, debe de ser muy difícil estar escondiendo tus sentimientos como si estuvieras cometiendo un asesinato - dijo Lena, un poco preocupada. -


¡No te lamentes! - dijo Eli, positiva. - Algún día cambiaremos la manera en que la sociedad percibe el amor.


Sabes? Ella y yo hemos creado un grupo de chicas en el que intentamos apoyarnos unas a otras y hacer activismo, en un futuro queremos viajar y llevar nuestro mensaje alrededor del mundo - dijo Eli, mirada al fondo, soñando con ilusión. -


¡Me parece una buena idea! - dijo Lena. -


Es muy bonito que las dos tengan en su mente grandes proyectos de vida.


Tras unas cuantas horas, por fin acaban de trabajar.


¡Eli, hoy quedaré con Antonio otra vez! - dijo Lena, feliz. -


Hoy quedaré con ella - dijo también Eli, enigmática. -


Y las dos se miraron alegres, como si acabaran de compartir un gran secreto. Los padres de Marilena siempre estaban, pero nunca en el mostrador, pues se encargaban de crear la repostería y los panes todos los días.


¡Papá, mamá, me voy! ¡Los quiero! - Marilena se despidió corriendo de sus padres, tenía que ir a su casa para prepararse para su cita con Antonio. -


Eli hizo lo propio, también con mucha prisa, las dos sabían por qué, pero no lo sabía nadie más.


¿Por qué tanta prisa? ¿Qué les pasará?













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