Antonio.
Antonio camina contento por las calles de la ciudad, rebosantes de gente a primera hora de la mañana, sabe que no verá a Lena, pero también sabe que le tendrá presente todo el día con el detalle de las flores.
En ese momento, entre todos sus pensamientos, siente cierto nerviosismo por querer enviar un mensaje a su familia y no saber exactamente qué contarles. Lleva días postergando el momento de ponerse a escribirles, o al menos intentarlo. Pero... en un rato va a ser el momento en el que lo haga por fin. ¿Será conveniente que les diga que no sabe lo que va a tardar en volver? ¿Y que ha conocido a una chica? ¿Será bueno que les cuente que ha forjado una nueva vida en Nueva York? Son muchas las preguntas que se formula y a las que él mismo tiene que dar respuesta, lo peor es que no sabe cómo hacerlo.
Bueno - piensa para sí mismo - primero iré a ver qué tal está la galería.
Sus cuadros llevan ya un tiempo expuestos, la expectación ya no es la misma que al principio, han bajado las visitas, además el periodo de exposición está próximo a acabar.
Pero lo ideal - pensó Antonio - es que hubiera tenido éxito hasta el final.
Tiene que esforzarse al máximo en el trabajo como publicista para el creador de perfumes, es su esperanza para quedarse en Nueva York y que todo siga la mar de bien.
Marilena.
Como habían acordado, Elizabeth y Marilena se dedicaron una tarde a estar juntas, desde el mediodía hasta el final del día. Así que Lena invitó a Eli a comer a su casa una rica comida.
Lena, ¿nunca has sentido la necesidad de tener que decir algo porque parece que te pesa mucho guardarlo en secreto sólo para ti? - pregunto Eli. -
Mmm... ¿Qué quieres decir con eso? ¿Acaso te sientes así ahora? - le pregunta Lena. - ¡Elizabeth! ¡Sabes que siempre puedes contar conmigo para confiármelo todo! Ya te lo he dicho...
Sí, lo sé Lena, pero... Tengo miedo... - dice Eli arrepentida. -
Lena se quedó sorprendida de lo que estaba escuchando, sabía que era normal que las personas sintieran miedo, porque es igual de natural que tener ilusiones, que tener metas en la vida. Lo que no había experimentado en el tiempo que hacía que conocía a Elizabeth era el que su amiga quisiera confiárselos, nunca lo había hecho.
¿Miedo? ¡Si tú nunca tienes miedo! Siempre eres la decidida, la que se tira a la piscina, la que siempre tiene las cosas más claras de las dos - dijo Lena, con sorpresa. -
Si Lena, siempre te he sido sincera, créeme, en todo. Pero nuestro mundo interior no es el mismo en todo lo que mostramos al exterior. Hay muchos fantasmas que nos guardamos porque no somos capaces de mostrar - explica Eli, como pidiéndole disculpas. -
Bueno, vale, entiendo. Nunca lo había pensado así. ¿Y de qué tienes miedo? - quiso saber Lena. -
Lena... creo que me estoy enamorando - susurró Elizabeth. -
Aunque sólo estaban ellas dos en aquella mesa delante de la comida, Elizabeth empezó a hablar susurrando como si la casa de Marilena estuviera llena de gente y no quisiera que se enterara nadie.
¡Eso es una gran noticia! ¡Me hace la misma ilusión que la que te hace a ti cuando yo te conté lo mío con Antonio! - dijo Marilena entusiasmada. -
La alegría que le muestra Marilena hace que Elizabeth sonría, pero aún mostrando un tímido gesto de preocupación.
¡En serio! ¡Estoy emocionada! ¿Por qué iba a estar preocupada? - dijo Lena. -
Elizabeth se quedó unos segundos en silencio pensando para sí que pasaría si le contaba a Marilena de quién se trataba. ¿Cambiaría su relación por completo? ¿Seguirían siendo igual de amigas? ¡Era su mejor amiga de toda la vida! Si la perdiera, le iba a faltar algo y eso le preocupaba mucho. ¿Y en el trabajo? ¿Se quedaría sin él?
Todos los pensamientos que se agolpaban en su mente hacían que se sintiera indefensa, asustada, ansiosa, insegura.
Marilena cogió la cara de su amiga y se miraron.
¿Qué piensas? ¡Dímelo ya, que me estoy desesperando por saberlo! - dijo Lena. -
Lo sé, y te entiendo, no hace mucho que estuve en tu lugar jeje - dice Eli. - Pero entiéndeme, te prometo que no es fácil.
Ella recuerda cuando descubrió lo que había entre Marilena y Antonio y cómo tuvo que tener paciencia para escuchar de la boca de Lena lo que era, a su modo de ver, ya obvio.
¿A quién conociste? ¿De quién estás enamorada? Cuéntamelo todo, quiero saberlo... - insiste Lena. -
Estoy enamorada de una persona especial, que cambió todos mis esquemas de vida - dijo Eli.-
Uau... Eso suena increíble! - dijo Lena. -
Si... pero tengo un problema - dijo Eli mirando al suelo. -
Es difícil cuando sientes que te desnudas. que te despojas por entero de lo que sientes, que compartes uno de tus secretos mejor guardados, de esa parte de ti vulnerable, que te da miedo mostrar.
¡Eli! Estás dando tantos rodeos... ¡dime qué te pasa! ¿Cuál es el problema? - le suplica Lena, intrigada. -
¿Crees que estás preparada para escucharlo? - dice Eli. -
¿Por qué crees que no voy a estar preparada para escucharte? Siempre lo he hecho, y siempre se ha quedado entre nosotras. - dice Lena, queriendo demostrarle confianza. -
¡¡Es que es muy fuerte!! - dijo Eli. -
¿Y qué es lo que es fuerte? - dijo Lena. -
Lena, estoy enamorada... pero no es un hombre, estoy enamorada de otra mujer - le confesó al fin Elizabeth. -
Marilena no dijo nada, sólo se quedó con la boca abierta, no sabía que se podía sentir amor romántico por otra mujer, no había pensado nunca más allá de una relación entre una mujer y un hombre.
Marilena sintió como si hubiera una realidad en sombra que empezaba a descubrirse delante de ella, tenía la mente en blanco.
Pero Marilena solo estaba segura de una cosa, la recién descubierta homosexualidad de su amiga no iba a impedir que disminuyera su amor por ella.
Porque son muchos años, muchas vivencias, muchas alegrías, muchas penas, muchos momentos con ella. Que nada ni nadie bajo ningún concepto iba a acabar con eso de golpe y plumazo.
NO, al menos ella no entendía por qué tenía que rechazarla. Así que nada cambiaría entre ellas.
Elizabeth tampoco entendía por qué sentía eso por una mujer, se sentía rara. No sabía que se podía enamorar de aquella manera, ella también se estaba descubriendo.
Elizabeth estaba cansada de llevar ese pensamiento en forma de preocupación tanto tiempo en sus espaldas, así que suspiró, aliviada, al poder compartir su secreto con su amiga del alma.
Elizabeth agradeció desde lo más profundo el peso de compartir desde lo más profundo el peso con su amiga Marilena, porque ya se sabe que la preocupación entre dos es más liviana, porque la vida compartida es más llevadera.
Lena, tengo miedo, miedo al rechazo, al qué dirán, a la soledad, a que nadie me entienda - dijo Eli. -
Lo siento Eli, pero ahora no sé qué decirte, solo darte millones de gracias por haber sido tan valiente de contármelo - dijo Lena. -
No digas nada, sólo no me dejes sola, solo guarda el secreto, no quiero que lo sepa nadie. ¿Te imaginas lo que podía pasar? Me quedaría sin trabajo, tu padre me miraría como ´la rara´, en la calle me mirarían raro, incluso querrían... destruirme - dijo Eli. -
¡¡No digas eso!! - dijo Lena asustada - nadie va a hacerte daño. Te quiero amiga. Será nuestro secreto, para siempre. Hasta que estés preparada para que salga a la luz.
Elizabeth y Marilena no sabían que estaban haciendo camino a otras personas que como ella se sentían raras en el mundo.
No sabían que estaban empezando a cambiar los paradigmas del amor. Pues estaban demostrando que somos mujeres y hombres, pero que mucho más allá y en lo más hondo de nuestro ser somos personas.
Personas enamorándose de personas. El amor es amor. El amor es el camino.
El miedo es una reacción natural a lo desconocido, pero la vida hay que vivirla aunque exista el miedo. Por eso, Elizabeth y Marilena deciden brindar con champán por el descubrimiento.
¡Porque estemos unidas siempre! ¡Porque seamos felices! - se dicen una a la otra, mientras brindan. -
Y se funden en un largo abrazo como queriéndose decir no te olvides que yo estoy aquí siempre para ti.
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