La música como espejo compartido.
Todos los seres humanos pertenecemos a un pueblo, todos nacemos enmarcados bajo una cultura, una manera de sentirnos parte de una colectividad, o eso parece ser lo normal. Descubrimos muy temprano la música y los sonidos, y estos nos acompañan en muchas ocasiones, y durante toda la vida. Las canciones no son solo sonidos; son símbolos que activan memoria, pertenencia y narrativa cultural.
Imagina cientos o miles de personas coreando y compartiendo la música tradicional en un acto festivo de tu pueblo. O un estadio repleto de miles de personas cantando al unísono el himno de su equipo favorito, o una multitud en un festival vibrando con ritmos ancestrales que evocan historias compartidas.
La música no es solo un fondo sonoro en nuestras vidas; es el hilo invisible que teje las identidades colectivas de comunidades enteras. Desde las canciones de protesta que unieron generaciones en movimientos sociales hasta los géneros regionales que definen culturas nacionales, la música actúa como un espejo de quiénes somos como grupo.
En este post exploraremos como las melodías y letras no solo reflejan, sino que también moldean nuestra identidad compartida, a la vez que revelan conexiones profundas entre el sonido y el sentido de pertenencia.
En un mundo cada vez más fragmentado, la música sigue siendo el lenguaje universal de la unidad.
¿Qué es la identidad colectiva y por qué la música la moldea?
¿Qué es la identidad colectiva?
La identidad colectiva es el sentido de pertenencia que comparte un grupo de personas. Es un tejido vivo que está hecho de valores, emociones, prácticas, símbolos y recuerdos que permiten a la gente reconocerse como parte de una misma comunidad.
Podemos pensar en ella como una historia compartida, y en cierto modo lo es:
unifica a personas distintas bajo un "nosotros".
- La memoria colectiva que es lo que un pueblo recuerda, celebra o transmite.
- Bajo unos símbolos comunes: himnos, colores, fiestas, personajes o mitos.
La identidad colectiva actúa como un pegamento emocional y cultural. Nos ayuda a sentirnos parte de algo más grande que nosotros mismos y a encontrar un lugar en el mundo: una comunidad de pertenencia, apoyo y significado.
¿Cómo moldea la música la identidad colectiva?
La música no solo acompaña a las comunidades, las construye, las nombra y las une. Funciona como un código común que permite que un grupo se reconozca, se emocione al unísono y mantenga viva su memoria cultural. Por eso es uno de los pilares más poderosos de la identidad colectiva.
La música como memoria compartida
En cada comunidad tenemos canciones que actúan como nuestros archivos emocionales, capaces de guardar historias, duelos, celebraciones y aprendizajes. Canciones que se transmiten de generación en generación, en mi caso el folclore de canarias, que se ha ido entremezclando a lo largo de su historia con influencias de la canción tradicional latinoamericana, y que también lleva, a su vez, influencias peninsulares. Sin olvidarnos de lo más profundo y tradicional de nuestros cantos aborígenes.
Por qué no, podemos también fijarnos en las canciones de protesta de los años 70 y 80, o canciones de toda la vida que son melodías que despiertan a generaciones enteras ("los 80", "generación Z").
La música como ritual
Las sociedades utilizan música en momentos clave, como pueden ser: celebraciones, memoria, fiestas, nacimientos, duelos.
Y es que, cada vez que un grupo canta junto, pasa algo muy curioso:
- Sincroniza su ritmo interno,
- Comparte una emoción
- Reafirma su pertenencia.
Ya sea cantando los Divinos en Canarias, la Marimorena, el himno de tu equipo favorito, el pasacalle de una murga o comparsa en carnavales, las canciones de tu cantante favorito, o cualquier canción que sea tradicional cantar en celebraciones populares.
Y esto convierte a la música en un lenguaje ritual que refuerza la continuidad cultural.
La música crea "nosotros"
Escuchar, cantar o bailar juntos es una de las formas más directas de generar cohesión social. La neurociencia ha demostrado que, cuando varias personas cantan juntas, sus cuerpos liberan oxitocina y sincronizan la respiración y el pulso.
La música nos alinea.
Por eso:
- Una canción puede unir a personas que no se conozcan en un concierto.
- Una generación puede reconocerse en un mismo sonido
- Un himno puede despertar un sentimiento de unidad
La música como narrativa cultural
Las canciones cuentan historias, y esas historias reflejan los valores de nuestra comunidad:
- amor,
- lucha,
- resistencia,
- deseo de libertad,
- humor,
- dolor colectivo
Así la música es un espejo en el que el pueblo mismo se reconoce. Escuchar nuestra música, es recordar nuestra historia, validar nuestra identidad y proyectarnos hacia un futuro.
La música como marca generacional
¿Nunca le has preguntado a tus padres o a tus abuelos, o a personas de otras generaciones anteriores a la tuya, que música escuchaban? Cada generación tiene un sonido que la identifica: desde el rock, al pop, al indie, al trap o a los hits actuales que se vuelven virales. Ese sonido se convierte en una seña de identidad, porque define un estilo de vida, una estética y una forma de mirar el mundo.
La música genera un "código compartido", ¿o es que nunca te has descubierto usando las expresiones o las maneras de vestir que utilizan en la música que te gusta o en tu generación?
Cuando una comunidad comparte una banda sonora, comparte también una manera de relacionarse con la vida.
Un punto que me parece muy importante: La música es un refugio y pertenencia para nosotros, las personas neurodivergentes.
En colectivos neurodivergentes (como el autismo, TDAH, altas capacidades...) la música se puede convertir en una herramienta poderosa:
- regula emociones
- estructura el mundo sensorial
- ofrece lenguaje cuando las palabras fallan
- crea conexión social segura
La música permite construir identidad colectiva desde la sensibilidad y la diferencia, generando espacios de pertenencia donde las personas podemos ser auténticamente nosotras mismas.
La identidad colectiva es una historia compartida, y la música es uno de sus capítulos más fuertes. Las canciones no solo se escuchan: se viven, se heredan, se celebran. Son puentes entre generaciones, territorios y sensibilidades. Cuando una comunidad canta, se reconoce. Cuando recuerda una melodía, recuerda quién es.
La música como memoria compartida.
La música es, en esencia, una forma de memoria. No solo guarda sonidos: recoge historias, emociones, heridas, celebraciones y vivencias que una comunidad transmite de generación en generación. Por eso, cuando hablamos de identidad colectiva, la música funciona como un archivo emocional que mantiene viva la experiencia del grupo, incluso cuando las palabras o los documentos se pierden.
La música como archivo vivo de la cultura
¿Recuerdas la canción con la que te dormían cuando eras pequeño, como un arrorró como a generaciones de canarios? ¿Qué melodías te recuerdan a fiestas o tradiciones propias de tu tierra? ¿Alguna vez aprendiste las canciones que se cantaban mientras se trabajaba antiguamente, o las de protesta o resistencia?
A diferencia de la memoria que permanece escrita, la memoria musical es oral, emocional y corporal. Viaja de boca en boca, de voz en voz, de celebración en celebración. Una comunidad puede olvidar fechas o nombres, pero es más difícil que olvide una melodía que ha marcado su historia.
Cada canción actúa como una cápsula del tiempo cultural.
La banda sonora de una comunidad
Cuando un grupo humano comparte una misma música en momentos importantes esas canciones se convierten en una especie de álbum emocional colectivo.
La música refuerza la memoria porque:
- enlaza la emoción con el sonido
- hace posible que podamos acceder a un recuerdo complejo en solo unos segundos
- permite que personas distintas revivan el mismo momento a través de la misma melodía
Y es que, ¿cuántas veces una misma música nos ha hecho recordar un momento concreto, una época, una causa social, un verano concreto, un acontecimiento histórico?
Por eso decimos que la música fija recuerdos de forma automática y duradera: es memoria en estado puro.
La memoria que se hereda
La música no se queda solo en la memoria de quienes la vivieron: se hereda. ¿Alguna canción es especial para ti porque la cantaban tus abuelos o tus padres? Las canciones pasan de generación en generación, llevando consigo significados que quizá ya no se narran, pero siguen vivos en la melodía.
A veces, las nuevas generaciones ya no conocen el contexto original, pero siguen cantando la canción porque:
- pertenece a "lo suyo"
- forma parte de nuestra identidad cultural
- crea un puente con nuestras raíces
Así, la música permite conservar la memoria incluso cuando la historia ya no se explica explícitamente.
La música como memoria emocional
La música tiene una capacidad única: puede activar la memoria emocional sin necesidad de lenguaje. No hace falta entender una letra para que una melodía evoque tristeza, alegría o nostalgia. Por eso funciona tan bien como memoria colectiva:
La música es capaz de recoger emociones intensas, cristalizarlas en sonido y luego reactivar las emociones cada vez que se la vuelve a escuchar.
Es como si guardáramos nuestras emociones en una especie de banco musical común.
La música como puente de quiénes ya no están
En muchas culturas - como los Ranchos de Ánimas de Lanzarote, o los Finados, aquí en Canarias - la música cumple una función de memoria de los ausentes. Más allá de las tradiciones, la música siempre nos puede sentir más unidos y evocar a las personas que ya no están.
La música como memoria en las comunidades neurodivergentes
En personas neurodivergentes como nosotros, la música puede ser una forma especialmente poderosa de memoria:
- Ayuda a estructurar recuerdos sensorialmente intensos
- Nos sirve como marcador temporal y emocional
- Facilita recordar momentos significativos sin que tengamos que depender del lenguaje oral
Muchas personas neurodivergentes recordamos nuestra vida en forma de sonidos o canciones, y esto añade otra capa de riqueza a la memoria colectiva.
La música es el mapa emocional de un grupo. Es la prueba más clara de que la memoria no solo se guarda en libros o archivos, sino también en la voz, el ritmo y la repetición. Cada vez que como comunidad cantamos una melodía antigua, nos reconocemos a nosotros mismos y reafirmamos nuestra continuidad como pueblo en el mundo.
Comentarios
Publicar un comentario