Marilena
La música está formada por tanta variedad de sonidos y combinaciones diferentes entre ellos como colores tiene la paleta de un pintor. En la mente de Marilena se combinaban sonidos como combinaciones de colores que le permitían crear lo que se puede llamar un esbozo de una melodía que le sirviera para una canción. Podía quedarse horas y horas intentándolo, además de ser su pasión era como una terapia. Sola, en su universo musical y su violín. La ayudaba a cambiar la perspectiva de lo que le pasaba en su vida.
Cuando le dolían demasiado los dedos como para seguir tocando su violín, Marilena abrió su diario por la siguiente página que aún no estaba escrita, y escribió:
No sé si hice lo correcto, sólo quería expresar que necesitaba salir de allí, que necesitaba sentirme libre y no sabía cómo salir, como huir de aquella injusta situación (al menos, a mi parecer). Ese lugar en el que siempre fui yo, y que siempre sentí como mi casa, y esas personas que siempre sentí como incondicionales, por un momento me hicieron sentir enclaustrada, a punto de perder mi libertad. Conozco a mamá, ella entiende, pero papá es más severo, ante él, mamá calla.
Perdona, perdona, perdona Antonio, aunque puede ser que tú también desearas recibir un beso mío, pero no en aquel momento ni en aquellas circunstancias.
Lena se sentía abatida. demasiado abatida para aguantar el ritmo frenético de las calles de Nueva York después de lo que había pasado ese día. Así que no salió más de su casa, sólo esperó a la noche, a consultarlo todo con la almohada.
Vueltas, vueltas y más vueltas en la cama, hasta que sus párpados empezaron a pesarle y se quedó dormida, agotada de tantas emociones en un sólo día.
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