Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de octubre, 2021

XIV. Entre las dos

  Antonio.  A ntonio camina contento por las calles de la ciudad, rebosantes de gente a primera hora de la mañana, sabe que no verá a Lena, pero también sabe que le tendrá presente todo el día con el detalle de las flores.  En ese momento, entre todos sus pensamientos, siente cierto nerviosismo por querer enviar un mensaje a su familia y no saber exactamente qué contarles. Lleva días postergando el momento de ponerse a escribirles, o al menos intentarlo.  Pero... en un rato va a ser el momento en el que lo haga por fin. ¿Será conveniente que les diga que no sabe lo que va a tardar en volver? ¿Y que ha conocido a una chica? ¿Será bueno que les cuente que ha forjado una nueva vida en Nueva York? Son muchas las preguntas que se formula y a las que él mismo tiene que dar respuesta, lo peor es que no sabe cómo hacerlo.  Bueno - piensa para sí mismo - primero iré a ver qué tal está la galería.  Sus cuadros llevan ya un tiempo expuestos, la expectación ya no es la misma que al principio, han

XIII. Detalles

  A ntonio abre sus ojos y se despereza con un gran bostezo dando la bienvenida a un nuevo día. Tiene el tiempo justo para prepararse y ir a desayunar. Pero primero tiene que ponerse al día en su agenda.  Después de vestirse, se sienta un momento en la mesa que hay en su habitación y escribe su lista de quehaceres del día que es bastante grande. Luego desayuna café y croissant y sale a la calle.  Compra unas flores en una floristería que le queda de paso para ella, la que está siempre en su mente, la vaya a ver o no. Pasa por el café donde trabaja y le deja las flores a Elizabeth antes de que su chica comience su jornada de trabajo.  ¡Su chica, qué bien le suena eso! M arilena no recuerda haber tenido un sueño tan bonito en mucho tiempo. Cuando sonó su despertador como cada mañana, no tenía ningunas ganas de levantarse, pero hizo acopio de su sensatez y su sentido del deber y se destapó para levantarse de la cama, pensando en cuál sería el día en que se despertara junto a él entre las

XII. Compartir

  C aminaban cogidos de la mano, empezando a imaginar cientos de proyectos que podían vivir juntos, el uno con el otro.  ¿Sabes? - dice Marilena. - Uno de mis sueños es tocar en un grupo de música. Yo y mi violín, y infinitas notas musicales a nuestro alrededor.  ¿A qué esperas? Deseo tanto volver a escucharte - le dijo Antonio. -  Sería un placer para mí - contestó Marilena. -  Después de un corto espacio de tiempo en el que los dos se acompañaban mutuamente sin que hiciera falta hablarse, Marilena le preguntó a Antonio por como le había ido el resto del día.  He tenido una reunión acerca de un asunto importante - dijo Antonio. -  ¿Sí? ¿Cuál? - pregunta Marilena con expectación. -  Pues... Me han estado dando más claves sobre el perfume del que tengo que crear el cartel publicitario que me han pedido - le cuenta Antonio. - ¡El frasco es precioso! Me lo han enseñado hoy. Pero... No sé si seré capaz de dar la talla... Amor... Pues claro que serás capaz, no dudes de ti - le anima Marilen

XI. Te encontré

Y o no sé explicarte cómo empecé a sentir algo así, por quién menos lo esperaba y en el momento menos esperado - dijo Marilena. - Si supieras qué tan agradecida estoy por ti. de verdad estoy enamorada, libre y sinceramente enamorada.  Veo un mundo perfecto cuando te miro, eres tan ideal... ¿Desde cuando empecé a pensar así? - dijo Antonio. -  ¿Desde que me conociste? - respondió Lena con otra pregunta. -  Probablemente. Eres perfectamente inspiradora y bella para mí. - le dijo Antonio. -  ¡¡No me adules!! ¡Que al final me lo creeré! - dijo Marilena riéndose. -  ¡Puedes creerme! ¡No lo hago! - dijo Antonio. -  Antonio, tengo que irme - dice Marilena. -  Por favor, quédate sólo un poco más, ¿adonde tienes que irte? - preguntó Antonio. -  Tengo que volver al mundo real - contestó Marilena. -  Pues te esperaré aquí, en mi mundo ideal, hasta que decidas volver - dijo Antonio. -  Lo pasaban tan bien juntos, que no se daban cuenta de que el tiempo nunca para. Esa tarde los dos quisieron parar