Marilena E n medio de una noche oscura en la que todavía no se divisa la más mínima luz del am anecer, Lena está despierta después de dar incontables vueltas hacia un lado y otro de la cama, son las cuatro de la mañana, debería de dormir pero no puede pegar ojo. Aún no ha conseguido dejar de rumiar lo que le ronda por la cabeza. Algo que intuye, que nadie le ha dicho, pero que su mente ha hilvanado sólo observando señales sutiles. Una decisión que tarde o temprano se destapará, y que, si está en lo cierto, le dejará sin libertad. Si... se siente como un pájaro que intenta escaparse de alguien que quiere enjaularlo. Siente angustia, siente ganas de desahogarse con la música de su violín. Ese eterno compañero, el que no le va a fallar nunca mientras ella le siga siendo fiel. Pero una de las virtudes de Lena es su sensatez. Sabía que tenía que aprovechar las horas de la noche que le quedaban para intentar dormir porque le esperaba una dura jornada de trabajo, el día más duro de toda la