Antonio
¡Hola buenos días! - le saluda Gilbert. -
¿Qué tal? - responde Antonio. -
¡Estoy contento! Tengo buenas noticias para usted, un proyecto con un vendedor de perfumes, le dije que podrías diseñar su última campaña publicitaria. ¡Es su oportunidad! - explica entusiasmado Gilbert. -
Pero... si no he hecho nunca un anuncio publicitario... - exclama Antonio asustado. -
Me gustan mucho sus ilustraciones Antonio - dice Gilbert - te ayudaré. ¡Estaré con usted de la mano cuando le haga falta!
Bueno, habrá que salir de la zona de confort y atreverse con cosas nuevas... - pensó Antonio. -
Entonces, ¿cuento con usted? - pregunta Gilbert. -
¡Si, claro! - contestó. Parece convencido, pero no del todo, pues no sabe si va a poder llevar a cabo el proyecto.
Al cabo de unas horas de reunión...
Bueno, hemos terminado por hoy. Pronto tendrá más noticias y empezaremos algo nuevo. - concluye Gilbert dejando a Antonio en ascuas. - Tengo que hablar antes con el creador del perfume porque hay que concretar como quiere el cartel anunciante, sólo así podremos empezar a trabajar.
Yo tengo aún que pasar unas horas en la galería donde he conseguido que me expongan mi última colección que he traído de Roma. ¡Adiós, y gracias, muchas gracias! - se despidió Antonio. -
Mientras caminaba hacia la galería, pensaba que tuvo suerte de haber conseguido que alguien se interesara por su trabajo. Siempre se había considerado humilde, y nada pretensioso. Sabía que hacía las cosas bien, o al menos lo intentaba, pero nunca pretendía que le lloviera el éxito. La colección de ilustraciones en cuestión eras modernas y un tanto esquemáticas, muy diferentes a lo que su socio había visto dibujada en su bloc.
A veces, eso que te hace sentir totalmente incómodo es tu mayor oportunidad para crecer.
Tal vez la mayor oportunidad de tu vida está ahí enfrente tuyo esperando que sueltes lo que tienes que soltar y te atrevas a abrazarla.
@culturapositiva
Tras eternas horas en la galería, retomó el camino hacia el hotel, pasó como siempre por delante de la pastelería donde tanto le gustaba entrar pero ese día estaba demasiado cansado, así que prefirió comer algo en el hotel y reponer energías para el día siguiente.
Los días pasaban para Antonio, que seguía enfrentándose a la nueva idea de trabajar como publicista, intentando encontrar en cada rincón una idea que le permitiera avanzar hacia el éxito. Así como para Marilena, que trabajaba afanosa y soñaba siempre con música desde aquella pastelería familiar. Mientras, para los dos pasaba el tiempo entre pequeñas señales que avivaban poco a poco sus sentimientos sin tener todavía certeza del futuro, que, caprichoso, juega y se entrelaza.
Casi sin darse cuenta y navegando entre la rutina de los días, a Antonio se le pasó un mes de su vida entre rascacielos. Y entonces tomó conciencia de que no era sólo un viaje de negocios, entonces tomó conciencia de que iba a estar mucho más tiempo del que inicialmente pensaba pasar en esa impresionante ciudad envuelta en un ritmo frenético. Ya no eran cortas estancias de hotel, sino noches en un sencillo ático que había encontrado con suerte cerca de donde solía pasar el tiempo. Cerca de ella.
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